martes, 28 de abril de 2009

Feeling good 2...

[Y así lo vio él, desde el otro lado de la mesa...]

Sentados alrededor de aquella pequeña mesa me ofreció otro Marlboro Light y pareció sorprenderse con el automático y nada premeditado gesto de quitarle la boquilla, "manías que coge uno" es lo que digo siempre.

Ella pidió un whisky (Witch elegante o así quise verlo), yo una cerveza, hip hop en castellano sonando, chicos de barrio dando gritos, luz tenue, en su mirada más de un interrogante, en la mía actitud arqueológica.

Y su manera de estar era elegante, fumaba y me gustó que lo hiciera, pañuelo al cuello, ropa cómoda. Su conversación fluida e interesante convertía el ambiente en comodidad, me escuchaba con atención, percibía que en su interior escudriñaba el significado de mis palabras, ideas y gestos para contrastarlo con aquellas letras y foto en blanco y negro de la pantalla. Yo saciaba con ello mi hedonismo.

La gente del garito fumaba canutos y la humareda con su olor correspondiente nos envolvía y generaba una burbuja en la que ambos bailábamos una especie de tango intelectual, sutil y prudente cortejo, expectación.

Nadie ya en aquel antro auténtico, sólo los dos, sin ganas de irse y el camarero invitándonos amablemente a hacerlo. Ya en la calle me asalta la duda,¿termina esto ya? no quiero, quiero continuarlo, donde sea, hasta la hora que sea, no la quiero a menos de un metro de distancia. De su boca mi alegría: "¿vamos a mi casa?". Por supuesto!

Son las 4 de la mañana y nos vemos inmersos en una red de peligrosos traficantes orientales de cerveza, nos alegramos de no necesitar cocaína porque no hemos cogido los pasamontañas, nos reímos, nos vamos.

Le encanta Kase-O, va cantando contentísima y no se imagina lo que me agrada verla así. Se ha soltado del todo, está feliz y divertida, siento que se ha desvanecido su incertidumbre y que han aparecido mis ganas de besarla.

Llegamos a su casa y la excitación va en aumento, propiciado en parte porque hay gente durmiendo y nos sentimos como dos niños traviesos haciendo algo incorrecto. Ella pone música, mis manos, ya independientes de la prudencia inicial, toman la iniciativa respetuosa pero malintencionadamente. A puesto a Nawja y me lo tararea, sabe perfectamente lo sexi que es haciéndolo, mi lengua se pasea sobre sus labios mientras tanto, el corazón a mil.
Me muerde, la beso, se aparta, es casi de día.

Competición a muerte en mi sentido del tacto, todo es suavidad, intento diferenciar las sábanas y su piel. Ya lo tengo, su piel es además caliente.

Y a punto de dormirme como un crío abrazado a su espalda vinieron a mi mente "The days of Wine and Roses" de Bill Evans y un icono de messenger...

Sonando: The days of wine an Roses- Bille Evans

J.D.C

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