lunes, 5 de octubre de 2009

Alas...

Yo quería volar...
Noté un ligero y placentero dolor en la espalda, me giré todo lo que pude para mirarme y ahí estaban... Eran pequeñas, blancas, suaves..., nuevas, listas para estrenar. No podía creerlo, debía ser un sueño. Y entonces para cerciorarme fuí hasta el espejo, me desnudé de cintura para arriba, volteé mi cuerpo y las ví...
Mis alas...

Como una niña con juguete nuevo quise probarlas enseguida. Abrí la ventana, me asomé... Era un cuarto piso y por un momento sentí vértigo..., pero mi curiosidad fue más fuerte, cerré los ojos, respiré hondo y salté!

Adrenalina en la sangre, temblor, sentí que caía... que casi podía rozar el suelo con mis pies. Me precipitaba al vacío, iba a romperme, y de repente, esa extraña sensación... flotar. Era una burbuja, una pompa de jabón, frágil pero valiente, haciéndome dueña de mi pequeña atmósfera.

Viento fresco acariciándome los pómulos, el aire se respira distinto. Ahora me atrevo a abrir los ojos, y veo nubes, aún lejos de mí, como esponjas gigantes, se mueven, me huyen y quiero tocarlas y meterme dentro y jugar y romperlas...

Yo quería una ilusión.
Y entonces llegó... o yo quise verlo así. No, tú me hiciste verlo así. Una señal, un modo curioso de conocernos, una sonrisa que presagiaba realidades, que me contaba historias con final feliz. Y en mitad de mi paseo, me atreví a hacer piruetas y acrobacias y si perdía el equilibrio te miraba de reojo y me soplabas para que volviera a subir cuando el vuelo era a ras del suelo...

Ocurrió un milagro. Esta vez no puse fecha de caducidad, me dejé llevar y tus besos fueron la banda sonora de una tarde recién estrenada de otoño. Tu olor, tu piel caliente y suave, tu mirada que me desnudaba, tus palabras endulzando cada rincón de mi cabecita loca, loca, loca... Ahora loca por ti.

Yo quería más. Quería tan sólo... empezar.
Cuando miré hacía abajo y ví que no estabas para cogerme en brazos, el vértigo fue aún mayor que cuando me asomé a mi ventana. ¿Y ahora qué? - me dije-. Casi siento pánico por un momento, casi lloro, casi me entristezco, casi te doy el derecho de herirme, casi te maldigo, casi te borro para siempre, casi se desdibujan mis alas, casi me caigo...

Pero remonté el vuelo..., porque recordé que mis alas habían estado ahí siempre. Que no necesito que soples para tocar el cielo, porque no eres nadie. Al menos, no aún. Que puedo ser Peter Pan porque creo en los sueños... Que puedo ser lo que quiera, simplemente cuando quiera. Que no me rompes las alas porque no te dejo!

Yo quería volar y lo hice.
Yo quería volar y lo estoy haciendo... :)

Sonando: El lococuerdo - Kamala

4 comentarios:

  1. Porque recordaste que siempre han estado ahí... que siempre estarán ahí, princesa, a veces mojadas que pareciera que no van a soportar tu peso y que caerás en picado, pero basta con batirlas para que se sequen, basta sacudirlas para despojarlas de todo cuanto les impida llegar hasta donde desees soñar.
    Qué tontas somos a veces, Laurita, y qué bueno cuando nos damos cuanta de que siempre supimos volar solas.
    Me ha encantado tu regreso.
    Y no, aún no hemos visto volar a Peter Pan, el sábado por la tarde... menuda aventura, espero que disfruten como enanas, aunque creo que yo disfrutaré tanto o más.
    Un beso, princesa.

    ResponderEliminar
  2. Llevo tiempo deseando verte así.
    A ver cuándo me toca a mí XD
    Mientras tanto vuela, y baila a mi salud.

    ResponderEliminar
  3. No es la primera vez que comento esto pero es agradable verte de vuelta.
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Y a quién ose siquiera pensar en mellarte las alas, que se prepare, que la reina Maktub será lo que quiera cuando quiera y sus acolitos, me incluyo, claro, estarán siempre ahí para aterrizajes forzosos.
    Bien por ti, rubia. Yo casi vuelvo a escribir, pero se quedó en casi, jejeje.
    Pégame un toque para lo de mañana, loca.
    Besotes.

    ResponderEliminar